Mi corazón se abre a la aurora y en las noches se cierra susurrándole a la luna las canciones y pensamientos que me rondaron a lo largo de día la cabeza.
Debo reconocer que quien me lee en mi blog pero no me escucha hablar en vivo o mucho menos conocerme en persona es fácil que se pierda en la idea de un Juan José depresivo, lastimero y triste. Profundamente dramático y emocional, lo cual si bien es en parte es cierto no puede menos que ocultar la realidad de que todo lo vivo en gran intensidad.
Un buen amigo me decía hace poco “¿por qué no eres escribiendo este Juanjo loco, apasionado, feliz, alegre?” (bueno en realidad dijo que porque no aceptaba que yo era un Juanjo desmadroso jeje pero con la forma de lo que escribo yo va algo mejor el como suelo redactar ^^) y la realidad es que lo soy, pero pocas veces escribo estando en estados de regocijo, ¿por qué? Porque cuando estoy así generalmente estoy bailando, armándome fiesta frente a la PC, llamando a algún amigo, saliendo, cuidando mis plantas, disfrutando el sol, sintiendo el aire en mi cara jugando.
Por el contrario cuando me siento mal, busco un refugio que solo encuentro en mis propios brazos, no sé, realmente no me siento cómodo de llorar con nadie. Irónicamente la imagen que queda en la cabeza de muchos al pensar en mi es la del phatos explosivo y lacerante. Debo cambiar eso.
Si de algo te sirve saberlo, ten por sabido mi buen lector, que en la misma intensidad en la que vivo mis dolores, tristezas, desencantos y tormentos, es en la que vivo mis alegrías, emociones, ilusiones y placeres.
No veas al cisne negro que desde dentro me ataca, deja que el azul te seduzca con su deliciosa y grata presencia.
Responde a mi ternura, no olvides mi llanto pero recuerda más mi sonrisa.
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