Stabat Mater… estabas, estar, quedarte… El gran apostolado de simplemente estar junto.
De pronto en nuestra vida no podemos hacer nada, no podemos cambiar las cosas, nuestra condición y circunstancia evitan o impiden que el curso de los acontecimientos sean narrados y cambiados de manera diferente, no obstante Tú estabas… acompañaste, el gran acto de estar, de acompañar, de dar consuelo y apoyo con nuestra simple presencia.
Mi Dulce Dios, hoy es Viernes Santo, hoy regreso a ti tal como cada año, sin importar como haya sido, lo que haya pasada, el cómo me sienta o mis tropiezos y errores, decisiones ni nada hacen que cambie el querer estar contigo este día; en el que replanteo mi calidad como persona y la pongo frente a ti.
De pronto el deseo me invade de acompañarte, de sufrir contigo, de poder entregar algo de mí para salvación y conversión de las almas, para atraerlas a ti, quien alguna vez ha sentido que estas ya no puede seguir en su vida igual, aun cuando quien haga esa confesión ahora sea un pecador que no parece hacer justicia a los favores que le has hecho.
Tantas veces que escribo, y en tan pocas parecieras estar presente; pero la realidad es que siempre te recuerdo, cada día al salir de casa y al volver me dirijo a ti, cuando tengo miedo, cuando emprendo algo, cuando cambio algo, nunca dejes que me olvide de ti.
Miserere nobis… en el dolor quisiste regresar la dignidad a la humanidad, en el dolor, el cual siempre nos recuerda la fragilidad de nuestra condición, el inexorable paso del tiempo y el delicado estado de nuestra persona. Ese estado que nos recuerda que el ser humano es efímero corpóreamente, pero el que también es puerta de abrir los ojos a la verdadera condición y naturaleza del alma humana, esa grandeza que trasciende lo meramente terrenal.
Apasionada pasión, muestra de la locura de un Dios enamorado; en Ti veo que tomaron forma los actos que me llevan a rincones oscuros, en Ti veo que la bondad tomo sobre si lo malo para que el Dios del cielo, al ver eso en su Hijo si bien su justicia quisiera alcanzar dichas acciones y cobrarlas, su amor inspirase a esa enorme misericordia.
A ti que no existe el tiempo y para quien la pasión continua, permíteme acompañarte y hacer mi apostolado de estar. De saber acompañar a quien lo necesita, ayúdame a callar para saber escuchar, a poder orar para entender lo que quieres y deseas, a entender para poder vivirlo, y una vez ese entendimiento se traduzca en acciones y vida, pueda llevarte a los demás.
Concédeme que aunque no hubiere Cielo te amé y aunque no existiera infierno te temiera y buscara, conmuévame tu mísero estado resultado del egoísmo, deshumanización y crueldad de las personas y me lleve a no lastimarte a Ti ni a tu imagen presente en mis hermanos. A perdonar a quien me hiere y libérame del odio a quien me lastime consciente o inconscientemente. A controlar mis pasiones y a elevar mis limitaciones, para que noche tras noche antes de dormir pueda plácidamente elevar mis plegarias a ti sin temor a que el olor de mis pecados me aleje de ti.
Déjame ver al Dios crucificado y ver que no son los clavos los que lo mantienen en la Cruz, sino el deseo de que la humanidad se libere. Dame la gracia de acompañar a tu Madre y hacerle compañía, y que pueda en medida de cuanto me sea posible consolarla.
Dejame vivirte en mis acciones diarias, a enfrentar con gusto y paciencia mi enfermedad y tribulaciones, para que viviendo contigo en el calvario pueda acompañarte en la resurreccion.
Si tropiezo que me levante, si erro que me corrija y rectifique, y que esta tarde y noche de espera aguarde la resurrección, no porque se me ha enseñado que sucederá, sino porque la sienta y en verdad espere que llegue.
Stabat Mater…
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