Permíteme llorar Dios mío… déjame por una noche olvidar la bajeza de mi condición y poder dirigirme a ti. Sé que mis culpas hacia Contigo, conmigo y con mi prójimo son muchas y mi voz no es digna de ser escuchada, pero apelo a tu amor y te pido me dejes sentirte esta noche.
Hoy dejaste este mundo, hoy la humanidad fue redimida, no obstante no puedo dejar de olvidar que para ti no existe el tiempo. Como bien lo dijo un Santo Patriarca “Para Dios todo está en presente” siendo así tu Pasión nunca pasa, siempre ocurre, a cada instante, a cada día y a cada instante mis acciones me alejan muchas veces de poder darte algún consuelo.
Cada día, cada primavera, cada Semana Santa, cada Viernes Santo revive en mí el vivido deseo de pedir una escalera para bajarte del madero. De ser lo suficientemente bueno para abrazar a la Dulce Mamá y consolarla. Pero ¿cómo hacerlo Señor mío? ¿cómo puede un errado en la vida saber cómo acercarse al Calvario sino es que tu voz lo guia?.
Mis actos han sido ocasión de escándalo, mis acciones lo han sidode desgracia, tristeza, enojo, hartazgo y demás emociones, ¿Qué clase de cristiano puedo decir que soy? Mi vida alguna vez decidí consagrarla al servicio de los demás, no obstante parece que solo consigo alejarlos de ti.
Señor, ¿Dónde quedo aquel niño, aquel muchacho? Ahora pareciera que todo es por mí y para mí; para mi gloria y felicidad, ¡tantas veces se me olvida que de lo que debo vanagloriarme es de poder seguirte bajo la sombra de la Cruz! No me mueva para quererte el tenerte compasión, ni me mueva la gloria de los altares; no me haga dejar de pecar el miedo al castigo sino que sea lo mucho que puedo amarte, pero ¿cómo decir que te amo cuando busco tanto el afecto humano, cuando no consigo darlo como debiera, cuando en lugar de darlo tantas veces lo pido o peor, lo exijo?.
¿Cómo acercarme a ti pidiéndote con las manos vacías cuando las tuyas están traspasadas por clavos? Como anhelar la santidad cuando mis acciones me alejan de ella, tantas veces sabes que en mi cabeza existe la lucha de mejorar en lo que soy para triunfar, y en abandonar todo y seguirte solo a ti. En dejar a un lado al mundo y ayudar a todos los demás.
Muchas veces me conforto pensando que debo acercar a mi prójimo con mis acciones, con mi trabajo y labor, pudiendo alcanzarte en el rubro de mi vida que escoja; no obstante la vida en el mundo es tan ardua, tan llena de sirenas, que es tan sencillo olvidarse de lo sencillo que en realidad es seguirte y se prefiere el hedonismo vacío.
Y Tú, dulce Mamá, ¿qué clase de hijo podría ser yo? No me he perdido en muchas veces porque tu voz siempre estuvo ahí cuidándome, a ti te consagre mi vida y nunca me has dado la espalda, ni siquiera en los más lamentables estados en los que me he encontrado.
Muchas veces he estado muy triste, solo, abatido, enfermo, cansado, agotado, desesperanzado y muchas cosas más… se me ha adjudicado una fuerza para enfrentarlas que no me corresponde, Ustedes han sido el bastón que me levanta, la luz que me guía y quienes consuelan mi cansancio, la razón y el consuelo que encuentro tantas veces. Siempre, triste o contento vuelvo al Calvario o a la Gloria con ustedes.
Me regalaron el don de con estos ojos enfermos ver los colores de la naturaleza, con este cuerpo enfermo poder percibir las maravillas de la creación, de no dejar de asombrarme, de seguir caminando con una sonrisa en los labios, porque siempre recuerdo que pase lo que pase los tengo a Ustedes.
La razón de mi amor propio (tantas veces mal mostrado por mí y puesto como vanagloria y egolatría, mea culpa y error y defecto que debo corregir) estuvo fuertemente dada por el reconocer el valor que mi Dios le dio a esta baja creatura en quien como mi nombre lo dice “Dios es Misericordioso”
Tantas veces regreso a ti con los ojos llorosos y siempre encuentro una cálida sonrisa, una reprimenda cada que lo amerito pero acompañada de un “Te amo”…Quisiera tener la fuerza de los Santos, el celo de los confesores, la fuerza y amor de los mártires, la inteligencia de los patriarcas y doctores, el discernimiento de los profetas, el coraje y entrega de un apóstol…. Pero no tengo nada Dios mío, soy tan débil que ¿Qué puedo entregarte? Nada que no sea tuyo desde un inicio, solo que pasado por estas manos que trabajan mucho menos de lo que tantas veces quisiera.
Te entrego y dejo a los pies del madero mis sueños, anhelos, fatigas, trabajo, esfuerzo, lagrimas, sonrisas, mis triunfos y caídas… te entrego mi persona porque más no puedo darte y ojala algún día tenga el amor tan grande que pueda entregarte toda mi vida y que pueda ser luz de los que caminan a mi lado en esta tierra. Ser la sal en la tierra.
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita.
Corregir al que se equivoca.
Perdonar las injurias
Consolar al triste
Sufrir con paciencia las molestias de nuestro prójimo
Rogar a Dios por los vivos y por los muertos
Visitar a los enfermos
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Vestir al desnudo
Socorrer a los presos
Dar posada al forastero
Enterrar a los muertos
Lo que trato de hacer diariamente, todo esto resumido en el gran “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo” ya que como diría San Agustín “Ama y has lo que quieras”
Enséñame desde el madero a amar sin reservas, a dar todo, a nunca rendirme. A darme y amar a los demás tanto como pueda y sin cansarme. Hay tantas cosas que pasan por mi cabeza, pero sabes que cuando me siento a escribir me vuelvo tan torpe.
Dios mío, si me olvido de ti…. Tú de mí no lo hagas.
Amen amor mío, quede yo en ti y quedes Tú en mí, Mi Dios cuya locura de amor te hizo dar tanto, mi Dios enamorado… simplemente Mio Caro Dio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario