Sibelius - Concierto para violin - Maxim Vengerov
Ya extrañaba que mis cabilaciones tuvieran música de fondo...
Extrañaba en realidad demasiadas cosas que no había sentido en una distancia como en la que me encontré. Extrañe mi cama, mis cosas, a mi familia y amigos, la confianza y comodidad de quehaceres cotidianos y sencillos. Y a la vez fue liberador saberme lejos de todo, sin nada que me recordara mi pasado más que mi inquieta cabeza.
Y fue así que me embarque en mi servicio social, del cual ahora de vuelta de la visita y trabajo de campo, me siento liberado, seguro y más fuerte, de saberme ahora capaz de muicho más de lo que sospeche o imagine, o más aún, haber visto como se hacian tangibles las muestras de mi trabajo, pensamientos, decires y haceres, ahora ya sin telon de fondo. Sólo era la realidad cruda y sencilla.
Y el bamboleo fue fuerte, en cabeza, corazón, emociones, pensares, sentires, fiolosofias, posturas, ideologias, creencias, saberes, y de pronto me senti perdido de todo y conectado con todo. No necesitaba nada y podía ser mucho, aún teniendo sueño, tristeza, dolor -tantas lágrimas ahogue por no mostrar debilidad en un mundo acechante-, angustia y pesar. Soledad a veces, comodidad conmigo mismo tantas veces. Alerta... tuve miedo y solloce, pero me mantuve firme, pues la montaña no se inclina por fuerte que sople el viento. Pero en mis ojos los témpanos se derritieron, y lloro directo hacia mi corazón. Donde con control y cautela contuve al Cerbero.
Fui tantas cosas, incluido esposo ficticio. Y viendome rodeado de niños, por un momento me senti parte de una familia ajena a mi nucleo materno. Y quise tanto a mi madre conmigo, aunque fuese solo para sentarnos a lado. Y me senti verme, sentirme, corroborarme... y ahora en paz y una mezcla de sentires escribo aqui antes de que se olvide.
Que entre a una caverna y igneo regalo hice a la tierra, que cai sobre la roca y me levante, que fui fuerte ante las tentaciones y sombras del corazón. Que temblo en mi primer día en San Ándres, que vi un cielo estrellado hermoso; igualmente conocí cuevas y grutas en las cuales me metí en su helada agua. Viaje en una cajuela abierta, me despeine con el viento, senti el amanecer, al frio calar mis huesos, me senti cansado y hambriento, mortal y efímero... y entonces me sentí como un enorme oceano azul prusia encfendido.
Aprendi de mi, de mis compañeros, de nuestros roces, destajos y malentendidos. De las discusiones y gritos. De los insultos y halagos. De lo bueno y lo malo, de lo que cada persona naturalmente es, en esa escala de grises inmensa. Y me vi afrontando como un árbol la tormenta lo que se presentara.Me vio a mi mismo en los ojos del otro... y aunque no me gusto del todo, el espejo se ha visto y ahora puedo aprender de ello o dejarlo en un recuerdo más que se almacenara hasta que algo lo despierte.
Se me llamo totem y especial. A mi que en tantas cosas sé que tengo bloqueos autoimpuestos, y sabiendo que hay tanto que hacer no sé que paso inicial dar ni hacia donde encaminarlo, la estrella dormida no sabe como encender el brillo externo para que el interno deje de quemar.
Ahora pensando en una imagen para un cartel recuerdo que mi cabeza siempre trabaja aunque yo quiera descansar. 5 imagenes para una idea más las que surgen al ir ajustando. Todo quiere salir pero esa chispa mortal de adrenalina que me insuflaba ayer, ahora es ligera y delgada, pero el deseo de hacerlo cada vez más fuerte.
Regresé y mi rostro ha cambiado... soy yo, pero es otro yo. Uno más a la lista de avatares de esta existencia, de cada figura marmolea en mi recuerdo y vida, esperando que pronto se despierte lo que en ella duerme, sin olvidar lo que fui y soy ahora que no lo sé.
No sea yo una palida sombra, sino esa flor que floreció en la adversidad.
El cisne quiere cantar.
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