sábado, 4 de agosto de 2018

Golpear



Me recordé fuerte, peleando,  sufriendo, gozando, luchando. Me recordé de pronto miedoso, de pronto confiado.

Hubo una vez donde al ir en la calle, joven, por voltear a ver a alguien termine siendo golpeado entre dos en el fondo de un callejón. Le tuve miedo al sonido de una bicicleta por mucho tiempo.

Pero un día, decidí no tener más miedo.

Contra el apoyo de compañeros que me decían que era demasiado frágil, pequeño, inocuo... entre a clases de full contact. Conocí vender mis las manos, entendí a no rendirme y descubrí que a cada golpe podría ser más fuerte, No quise tener más miedo.

Lloré muchas veces al sentir que no podía, me enorgullecía vendarme las manos y al verme pensaran "es un peleador". Y de pronto esa cosa pequeña, menuda, frágil y femenina se sentía como una fuerza de los mares, capaz de pelear, de defenderse, o al menos más consciente de que no moriría sin haber peleado.

Saberme más fuerte por ballet, disciplina para débiles (aja), me supe ágil, fuerte, resistente... golpee al suelo cuando no podía más pero avanzaba, hice que me respetasen tras tenerme lástima. Y como una vez dijo mi maestro "péguenle, si aguanta"... y me sentí el hombre más fuerte del universo.

Deprimido por un novio, mi sempai me dijo que golpeara el saco como si fuera él, no quería, me obligo, y de pronto sacar tanta ira me hizo llorar pero ser libre.

Me sentí fuerte. Y aprendí que mi mayor fuerza, es no quedarme tirado y seguir peleando.

Y me supe fuerte siendo débil
Y ya no quise tener más miedo
Y fui un hombre
Y Juanjo fue libre

Ya aunque tuviera miedo, sabia podía golpear.