martes, 1 de mayo de 2018

El profe... Polvo en la ropa

 Maxim Vengerov - Danse Slave N° 2 - Dvorak / Kreisler

Hasta hoy me siento a escribir, una semana después de que todo haya pasado, no quise deshojar mi corazón hasta estar en el terreno sencillo y provado de mi habitación.

Y heme aquí, aún indeciso si irme hoy o mañana temprano. No obstante antes de eso quiero abrir mi mente al recuerdo y pedir que Memoria me visite; escribir para no olvidar, y leer para volver a vivir.

Sali de práctica de campo con mis alumnos (3) y otros 12 de otras carreras más 5 maestros, las cosas como maestro han sido dificiles desde las relaciones con otros compañeros, malentenditos, gajes del oficio; y el que no le perderé la fe a mis alumnos aunque ellos avancen poco a poco.

Salimos de campo al municipio de San Bartolo tutotepec, a visitar tres comunidades: El Fresno, El Copal y Piedra Ancha... Si bien el salir de las comodidades no me causa ningun problema (bendito antrenamiento en Atotonilco) aún no sabía que pensar; más allá de mostrarme que soy un hombre capaz de afrontar el reto sin temer.

Más que hacer un diario de campo, quiero calmar mi mente, corazon y dedos... lo pase muy bien, conociendo a los alumnos, bromeando con ellos, comiendo juntos, viendo como la confianza y relación de una manera u otra muto en tan solo 3 días y poco más... Llenarme de lodo, encender fuego, acomodar los leños, dormir en el suelo, caminar en suelos resbalosos y dificiles, enfrentar las cuestas de los cerros, la humedad y lluvia casí perennes; y me sentí contento conmigo. Me adapto a donde caiga; así sea una cama cómoda o el suelo de una primaría, comiendo en restaurante caro o volteando tortillas en un comal, bañandome largo y tendigo en vapor, a apretujarme en un mini baño para asearme... Me siento feliz, Juanito crecio.

Me queme entre los leños, y pronto recurri a remedios de abuelas dirian tantos, un huevo, propoleo y epezcohuite; sin marcas en mi piel, pero sabiendo que no me queje. Ni a la lluvia, ni a nada, a lo único que temía mi corazón era a mi mismo. No dar el ancho, fallar, dar de menos, pero jamás se puerde perder la fe cuando se esta trabajando o el trabajo no acabará.

Me peine cual princesa de cuento frente a desconocidos que poco a poco tornaron cercanos, al grado de que una de mis alumnas me peino un día de ellos...pocos placeres hay como que te peinen, más cuando es nacido desde un sentimiento sencillo, ayudar en algo que se sabe dificil.

Aprendi mucho, de mis erores, de lo que vi, de lo que dije, de lo que calle, de cuando dormi bien y dormi mal; mis penas se iban al sentir el aire, ver esos arboles majestuosos y de menos poder abrazar uno; de esa parvada de aves en la mañana que cantaban y me despertaban, de la luciernaga errada que vagaba por nuestro improvisado dormitorio; del olor a café, del verde exuberante que cubrio mis ojos, de esa lluvia que me lavo el pelo, de esas personas que compartian conmigo.... y me supe feliz.

Vi manos cansadas, pies llenos de lodo, piernas adoloridas; pero vi igual una mesa llena, escuche sonrisas, di consejos a quienes me empezaron a buscar como profe... al regresar a la escuela, volver a mi cubiculo, a esas paredes blancas desde las cuales solo veo el verde a traves de sus cristales; de retornar a mi trabajo, y de pronto sentirme más querido, más parte de la escuela, más profesor.

Al final del día, que importa un poco de polvo en la ropa.